LA ILUSION DEL BOOM DE LAS MATERIAS PRIMAS

Robert Kurz

La desmoralizada izquierda tradicional descubre, en su desesperación, figuras luminosas cada vez más extrañas. A este círculo pertenece ahora, también, Hugo Chávez, el "Máximo Líder" populista y nacionalista de la izquierda de Venezuela. Un verdadero anacronismo en la era de la globalización. Efectivamente Chávez puso en marcha programas sociales y levantó la voz contra de los EUA. Sin embargo, detrás de todo esto no hay un programa de revolución social, sino sólo el elevado precio del petróleo. Las ideas nebulosas de Chávez son tan poco sustentables como su base económica. Se trata de una hinchada riqueza dudosa alimentada sólo exteriormente por la situación del mercado mundial, pero que no corresponde a ningún desarrollo interno. Los programas sociales de distribución popular al estilo Perón y la compra de sistemas de armamento no tiene nada que ver con la emancipación social, y sí mucho con la caballería de aventura en los entornos de la globalización.

Uno de esos entornos está formado actualmente por el boom de las materias-primas. Así como en la época de la guerra fría los "Führer" populistas de la periferia del mercado mundial pudieron comprar literalmente un campo de acción político-económico, a través de hábiles maniobras entre las súper-potencias, también hoy sucede lo mismo en la vigencia de la globalización, sólo que ahora a través de los precios explosivos de las materias primas, en especial del petróleo. Regresó, así, un líder típico del tercer mundo, que se pensaba que ya estaba históricamente superado. Pero tales figuras tienen pies de barro, como sus antecesores. Ningún país consigue conquistar un lugar al sol del capitalismo basándose en la exportación de materias primas. Por el contrario hay aquí un dilema estructural. La fuerza del capital es muy débil para conseguir alcanzar el desarrollo industrial de los centros. Ahí han fracasado todos los proyectos nacionales de desarrollo del siglo XX. El tercer mundo fue degradado a proveedor de materias primas. Eso quiere decir que estos países fueron sistemáticamente obligados a comprar más caro (los productos acabados y los componentes para la producción) de lo que conseguían vender (predominantemente materias primas). Esta discrepancia entre precios de importación y exportación (terms of trade) condujo al endeudamiento externo y finalmente al colapso.

¿Qué fue lo que cambió? En la globalización ya no hay desarrollo nacional, sino sólo cadenas de producción de valor de conglomerados transnacionales, que utilizan a su favor la caída global de los costos. En cuanto en países como China, India o Brasil la pobreza de masas aumenta y la economía nacional va debilitándose, las "islas" de producción barata de componentes y de prestación global de servicios que, al mismo tiempo, ahí surgieron, dio un impulso nominal al crecimiento. Todavía, aquello que parece ser una industrialización para la exportación pero no es más que la articulación de determinadas zonas a la placa giratoria de los conglomerados globales. Este boom, que en ninguna parte contribuye al desarrollo integral de un país, por el contrario divide brutalmente a la población que por su parte, dependiente de los circuitos globales del déficit, en particular de las vías de sentido único de la exportación sustentada por el endeudamiento de los EE.UU. Los precios de las materias primas se dispararon a consecuencia de esta revolución estructural del mercado mundial y del boom unilateral ligado a ella en determinadas regiones del mundo. Y, en la sombra del viento de esta globalización alimentada por el déficit, algunos países exportadores de materias primas, principalmente petróleo, cuyo dinero inesperado les cae en las cajas, pueden súbitamente desarrollar un entorno político ostentoso.

Pero este esplendor acabará dentro de poco. El elevado precio del petróleo, que no es sólo coyuntural, sino que también está marcado por la frágil calidad de la extracción y por limitaciones a la explotación, de nada servirá si se produce el descalabro de la coyuntura global del déficit y si las contradicciones aniquilasen a la sociedad en China, India, etc. Para los pobres de Venezuela y de otros sitios (a quienes mientras se les ha ofrecido más de una vez un poco de pan y de diversión), esto significa, a pesar de todo, un momentáneo alivio de sus sufrimientos. También se reconoce eso en Chávez. Desgraciadamente, sin embargo, toda esta situación no tiene absolutamente nada que ver con una perspectiva social de emancipación.

Original alemão „Die Illusion vom Rohstoff-Boom", Neues Deutschland, 18.03.2005.

Traducción al portugués: Virgínia Freitas/Boaventura Antunes

Traducción al español: Contracorriente

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