Carta Aberta à Mailing List de Tradutoras e Tradutores

 

Queridas amigas, queridos amigos:

Los problemas a la hora de traducir son al mismo tiempo problemas de nuestra forma de actuar como proyecto conjunto de teoría crítica. En una situación de radicales cambios globales y de la crisis fundamental también tenemos la responsabilidad de examinarnos a nosotr@s mism@s cuando elaboramos y difundimos una crítica del capitalismo radicalmente nueva más allá del marxismo tradicional. Como buena parte de los textos de diversa índole, traducidos al portugués, al español, al francés, al inglés y a otros idiomas, han sido escritos por mí, el Beirat de EXIT! me pidió una toma de posición ante cuestiones de traducción y cuestiones de la situación social con ellas relacionadas.

Primero quiero resaltar que es un ojetivo muy importante superar la arbitrariedad y las oscilaciones de los conceptos empleados y crear una terminología unificada de la teoría del valor-disociación en los distintos idiomas. Está claro que siempre puede haber discrepancias sobre el significado correcto de palabras y en algunos casos es posible que convivan versiones diferentes en pie de igualdad si expresan matices distintos que en otro idioma sólo se pueden representar con un solo concepto. Eso sí, es decisivo que tenga lugar un debate progresivo sobre ello lo que requiere un gran esmero. En Brasil una y otra vez se me ha dicho y mostrado con ejemplos que textos y enunciados míos, traducidos sólo de manera superficial, contienen malentendidos enormes y tergiversaciones que a veces incluso llegan a significar el contrario de lo que yo quería decir o quedan completamente confusos. Por eso yo estaba muy contento cuando empezó a desarrollarse la comunicación de l@s traductores/as de varios países en el contexto de nuestra elaboración de teoría y se enfocó el proyecto de un glosario. Lamentaría mucho si esta actividad y discusión se quedaran paralizadas.

Un problema quizás sea en este contexto la velocidad. Debería seguirse el viejo lema: "Más vale menos, pero mejor" Pienso que un solo texto traducido con esmero que ha pasado por una discusión tendría una repercusión más grande que diez textos traducidos rápidamente y de manera superficial. Esa es de todas formas la experiencia que he hecho siempre en Brasil. Además es válido tanto para la traducción como para formulación de los textos que nuestra responsabilidad hacia el futuro de la crítica radical nos obliga a esmerarnos al máximo y ser lo más precisos posible lo que incluye justamente la mordacidad. Eso me parece mucho más importante que la difusión rápida. Pues la repercusión debería ser duradarera y no perderse pronto. Un efecto duradero sólo es posible si nos tomamos el tiempo necesario. Eso incluye que los textos traducidos no se difundan de manera incontrolada y sin consultar. Esto no tiene nada que ver con una tutela administrativa, sino con un necesario examen llevado a cabo entre todos puesto que normalmente una discusión o consulta dará lugar a un acuerdo sobre la forma definitiva del texto. Pero eso significa que tiene que haber la correspondiente clarificación y que por consiguiente hay que conformarse con una cierta demora. El proceso histórico no se nos escapará por eso y no deberíamos dejarnos llevar por la hubris pretendiendo que el transcurso social de la cosas depende del hecho de haber puesto en circulación algún texto una semana o un mes antes o después. La repercusión social de intervenciones teóricas o publicaciones nunca es tal de manera inmediata, sino que pasa por procesos complejos de mediación que no se rigen por la velocidad de la divulgación del mayor número de textos posible.

Naturalmente, también se trata de la cuestión qué textos tienen prioridad o cuáles de hecho son aptos para la difusión. A lo largo de los años se me han pedido entrevistas de todo tipo, tanto en Alemania como en Brasil, sobre las que no tengo ni el menor control. Eso quiere decir que en la mayoría de los casos ni siquiera sé qué es lo que l@s correspondientes periodistas apuntaron como supuestos enunciados míos o cómo se han montado y cortado entrevistas por radio. En algunos casos conocidos por mí, las entrevistas contienen afirmaciones que yo nunca había hecho; otras cosas fueron simplificadas de manera inaceptable, a veces ni siquiera se habían entendido o confundido incluso conceptos fundamentales. Por eso pido encarecidamente que no se difundan entrevistas que están circulando de manera incontrolada o al menos presentarlas antes para que puedan ser examinadas por si aparecen en alguna parte.

En general, en mi opinión la cuestión es si formas de publicación como entrevistas en realidad son tan importantes como para ser recogidas al instante, traducidas y difundidas. Incluso pienso que también los textos más cortos y más bien periodísticos escritos por mí (como para el „Neue Deutschland", la „Folha de Saõ Paulo" y otros periódicos) no son tan decisivos. Es cierto que los ponemos en la página web y se pueden traducir si hay tiempo y energía suficientes para ello; no obstante, con el procedimiento del examen conjunto y de manera cuidadosamente controlada. Pero estoy claramente en contra de tomar justamente estos pequeños textos periodísticos por los más importantes. Al usar la forma de un artículo de periódico, casi nunca o sólo con mucha dificultad es posible mostrar contextos fundamentales. Es cierto que a menudo el análisis es recibido con aplausos cuando hace transparentes fenómenos que en el discurso habitual de los medios no se enfocan o que se distorsionan. Pero el transfondo teórico de estos análisis, que es el realmente importante, en estas ocasiones por lo general queda incomprendido por completo. Por eso me parece mucho más importante que la energía se emplee principalmente en traducir y difundir los trabajos teóricos más grandes y fundamentales; y éstos no sólo los he escrito yo sino también otr@s autores/as teóric@s del nexo de personas que conforma EXIT!.

Y con eso llego al fondo de algunos problemas y tensiones en nuestra actividad conjunta que hasta ahora no se han enfocado con la suficiente claridad. ¿Qué es lo que en realidad debe determinar nuestro procedimiento? ¿Qué carácter tiene nuestra intervención en público? La respuesta a esta pregunta depende de cómo evaluemos la situación de la teoría de la crítica del valor-disociación, de la nueva forma de crítica radical en la sociedad. Por mis propias experiencias no puedo ver ningún tipo de indicio de que estemos ante una gran "irrupción positiva", y menos en la praxis de los movimientos sociales. De todos modos, la nueva teoría radical, como es sabido, implica una crítica de la propia política como de una esfera institucional del sistema productor de mercancías. Ni la crítica ha llegado hasta ahora al grueso de los activistas de los movimientos que por su parte aún están pensando y actuando en el marco de las tradicionales categorías políticas, ni nosotr@s sabemos todavía con precisión qué podría significar en la práctica una nueva "anti-política" más allá del sistema político. Por eso no se trata de que se puede producir ya una intervención de largo alcance al nivel de la práctica social en un paso "rápido". En esta situación impaciencia y falsas expectativas sólo resultarían nocivas.

Pero tampoco en la esfera teórica en un sentido más limitado podemos hablar de una auténtica "irrupción positiva". Es verdad que algunas ideas aisladas y determinadas publicaciones desde nuestro ámbito han experienciado una cierta divulgación; pero el nuevo enfoque teórico aún no es conocido en general y queda en buena parte incomprendido; además nosotros mismos en un plano teórico aún no lo hemos explicado ni concretado de manera suficiente. Además nos encontramos en una situación en la que en todas partes del mundo, bajo la presión del pragmatismo capitalista y de la crisis social, el interés en la reflexión teórica de momento va en retroceso. La mayoría de la izquierda, también de la izquierda radical, sigue estando presa de los viejos paradigmas del marxismo tradicional o ha vuelto a caer en variaciones de un utopismo pequeño-burgués.

En estas circunstancias es decisivo tomarse en serio la esfera de la teoría como un campo autónomo y concentrarse en él como proyecto. El objetivo más importante es dilucidar los viejos paradigmas y superarlos; y eso sólo es posible priorizando las cuestiones teóricas básicas. Justamente para esto es necesario una disputa polémica. Una "irrupción positiva" no la conseguimos en absoluto en el sentido de una inmediata repercusión a gran escala, sino sólo en el sentido de una lucha hasta la hegemonía teórica del nuevo paradigma de la crítica del valor-disociación, un "liderazgo de opinión" en la reflexión esencial, pudiendo nuestro enfoque teórico intrpretar y explicar mejor que las tradicionales teorías de izquierdas que en el presente siguen siendo hegemoniales en la crítica social. Nuestros destinatarios no son directamente los movimientos y las instituciones sociales, y por eso tampoco la masa de los que están inmersos en la práctica, sino los multiplicadores en los movimientos y las instituciones que a través de sus experiencias se han ascendieron a una conciencia de los problemas que los hace receptivos al nuevo paradigma teórico. Sólo por el "desvío" de estos multiplicadores en un futuro podremos lograr una relevancia social de más alcance de la crítica del valor-disociación. Pero eso significa también que no deberíamos tener la esperanza de conseguir éxitos puntuales y pasajeros.

Diciendo eso también abordamos la relevancia de la crisis global para la práctica teórica. A medida que esta crisis alcanza las metrópolis capitalistas, también en el seno de la izquierda amenazan con extenderse reacciones de pánico y de simplificaciones. No deberíamos dejarnos contagiar por este pánico. La crisis es grave y nos afecta a nosotr@s mism@s, pero no por eso podemos buscar un atajo en el camino de la mediación teórica. Un argumento que dice que nos nos queda mucho tiempo y que por eso deberíamos coger caminos más cortos, no da en el blanco. Y es que a través de meros actos de voluntad que abstraen de las condiciones a las que está sometida la mediación de teoría y práctica seguramente vamos a fracasar. En este momento en Alemania mucha gente de izquierdas, también personas ligadas a la crítica del valor, sucumbe a la tendencia de abandonar corriendo la distancia teórica, diciendo: Ahora me veo afectad@ a mí mism@, eso lo cambia todo, también el concepto de la teoría, de la crítica de la ideología etc. Este tipo de estado de ánimo lleva a una simplificación y a la dilución de la crítica radical para acercarse a concepciones sin fundamento de una mera simulación de resistencia que se limita a acciones simbólicas o a una práctica vital supuestamente alternativa. Con eso no se gana nada, ni un trozo de pan más ni tampoco un trozo de cognición más.

En nuestro debate sobre el carácter de nuestra intervención también se trata de evaluar qué carácter tiene la crisis global en realidad. La izquierda tradicional por lo general objeta a nuestra teoría radical de crisis que cualquier "teoría de derrumbamiento" es mala, fundamentalmente falsa, y que en su opinion el capitalismo en principio puede seguir existiendo hasta la eternidad porque no existe ningún límite interno absoluto. A parte de la falta de contenido teórico del argumento, el móvil de esta invectiva es ideólogico porque la intención de la izquierda tradicional en realidad sólo es seguir con los viejos paradigmas como antes, apoyándose en la base ontologicamente presupuesta del "trabajo abstracto", de la forma de mercancía, del Estado/la política y de la disociación de género.

Si lo he entendido bien, ahora amigos y amigas españoles formulan la -al menos original- objeción diametralmente opuesta, diciendo que en realidad ya hace algunos años que el capitalismo se ha derrumbado; a lo que nos enfrentamos serían sólo acontecimientos arbitrarios. Aunque sea cierto que con la tercera revolución industrial se ha alcanzado el límite interno absoluto de la acumulación en el sentido de que a este nivel de productividad ya no se puede absorber de manera suficiente "trabajo abstracto" que sea rentable, es decir, el capital se "desubstancializa" a si mismo, eso no significa que con esto haya desaparecido del mundo la constitución fetichista del sistema moderno de producción de mercancías y que en estas circunstancias sólo exista la arbitrariedad brutal de "acontecimientos" que se provocan de manera subjetiva. El capitalismo es la unidad de substancia y forma, así como de forma y disociación. Cuando esta unidad se rompe, lo que tenemos enfrente es la historia del declive del capitalismo, no su desaparición abrupta.

En esta historia de declive se prosigue hasta ahora con la acumulación en buena parte desubstancializada, en forma de un programa de simulación de capital financiero, mientras al mismo tiempo las existencias de capital (el stock), que se van reduciendo pero que en ningún caso se han disuelto, se reorganizan de manera transnacional en el proceso de la globalización. Además es la propia forma burguesa del sujeto –ella tampoco ha desaparecido- que en este contexto se vuelve cada vez más bárbara y empieza a actuar a través de reacciones irracionales. Un elemento esencial es en ese contexto la agudización en la relación de la disociación de géneros: En la crisis de la identidad moderna se produce un "embrutecimiento del patriarcado" (Roswitha Scholz). Todo eso sucede no más allá del capitalismo y de sus formas de fetiche, sino en el proceso de una historia de declinación y desintegración de estas formas. Por eso "derrumbamiento", en el sentido de un límite interno absoluto, no puede ser algo puntual que se puede localizar como una fecha, sino que se trata en cierto modo de la época de un proceso de disolución en la cual los mecanismos de socialización, constituidos de manera capitalista (dinero, competencia, individualización abstracta), y las instituciones (mercado, Estado etc.) siguen estando en vigor; y eso justamente cuando se vuelven huecos y ruinosos.

Quizás la interpretación de que el derrumbamiento del capitalismo es ya cosa del pasado tenga incluso un efecto contraproducente en el campo teórico. En el supuesto de que junto con la substancia del trabajo también la forma del valor y la relación de disociación de géneros ya son cosa del pasado, se produciría la impresión errónea de que nos podríamos ahorrar tanto debate sobre fetichismo, forma de mercancía, disociación etc. para a partir de ahora, en una falsa inmediatez, ocuparnos directamente de los "acontecimientos" aparentemente arbitrarios. Pero en realidad estos "acontecimientos" están totalmente sometidos al sistema fetichista que se está desintegrando, no se encuentran más allá de él. Una suposición de esta índole podría acercarnos a teorías de conspiración burguesas, y esto desde luego no es nada nuevo, sino que forma parte de la ideología de crisis desde hace más de cien años.

La consecuencia del argumento es en última instancia que por la puerta trasera vuelve el subjetivismo, politicismo etc. de antaño, donde sólo (como en el caso de Antonio Negri) se trata de "voluntad contra voluntad" y todos los conocimientos adquiridos del carácter del fetichismo y de la forma del sujeto que incluye a todas las clases y que constituye una "segunda naturaleza" están en peligro de volver a quedarse en el olvido. Por eso no podemos atribuir los "acontecimientos" (11 de septiembre, guerra de Iraq, atentados terroristas de Madrid, crisis en Argentina, Venezuela etc.) a acciones arbitrarias de poderes o instituciones "después del derrumbamiento del capitalismo", sino que debemos analizarlos como procesos de crisis que se producen DENTRO de la propia forma burguesa. Es la propia crisis del fetichismo, de la forma de mercancía, de la política y de la disociación, no se trata de ninguna arbitrariedad incondicional que sea independiente de ellos. No podemos ir detrás de los "acontecimientos", sino que nuestra tarea primordial consiste en analizar el CONJUNTO DE CORRELACIONES globales de estos "acontecimientos" y formular la crítica teórica de sus PRESUPOSICIONES, que ni mucho menos se han esfumado.

Cordialmente

Robert Kurz

Maio de 2005 Original alemão

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